En este artículo, Annegret Dahlmann-Noor explica cómo nuestra percepción de la miopía está pasando de ser un mero inconveniente a una enfermedad que amenaza la vista, con una aparición más temprana y una progresión más rápida. Se presentan cifras convincentes sobre la prevalencia de la miopía en Europa y Asia, y se prevé que el 50 % de la población global sea miope para 2050,1 con el consiguiente aumento del número de personas que sufrirán pérdida permanente de la visión como una patología relacionada con la miopía.2
Un impacto de la miopía que no se suele tratar en artículos clínicos es la carga financiera, y este informe nos dice que, en 2018, los costes mundiales asociados a la miopía excedieron los 605 mil millones de euros, y se estimó que se elevarían a niveles superiores a los de la insuficiencia cardíaca o a los del cáncer de pulmón o de mama.3
Annegret comparte algunas estadísticas fascinantes en torno a la relación que existe entre el tiempo al aire libre, los dispositivos electrónicos y la aparición de la miopía. Nos hace la siguiente pregunta: Si a nivel poblacional la causa principal de la miopía son los factores de nuestro entorno, ¿se podría evitar en el niño de forma individual? Este problema tiene dos partes: identificar quiénes están en riesgo y tomar acciones preventivas. Entre los factores que ayudan a identificar a los miopes potenciales encontramos la genética (padres miopes) y una longitud axial mayor que viene acompañada de una graduación menos hipermetrópica comparada con otros niños de la misma edad,4,5 pero estos factores no se evalúan en los programas actuales de “screening” visual.
Una vez que se identifica que un niño está en riesgo de padecer miopía, la única estrategia preventiva basada en la evidencia que tenemos para retrasar la aparición es el aumento del tiempo al aire libre,6 y como afirma Annegret, puede pasar un tiempo hasta que se plantee la cuestión ética de si una intervención que, potencialmente puede provocar problemas, (visión borrosa de cerca, sensibilidad lumínica tras una intervención farmacológica y la rara, pero grave, complicación de la queratitis por el uso de lentes de contacto) es justificable en niños que no tienen todavía la enfermedad desarrollada.
Información de la autora del artículo:
La doctora Annegret Dahlmann-Noor es consultora en el servicio infantil del hospital Moorfields Eye de Londres, también es directora de ensayos clínicos de oftalmología pediátrica, y además es profesora asociada clínica honoraria de la University College de Londres. Su práctica clínica incluye enfermedades oculares infantiles y trastornos del movimiento ocular en niños y adultos. Su interés en la investigación se centra en enfermedades oculares comunes infantiles, como la miopía, la ambliopía y las alergias oculares.
Referencias:
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Holden BA, Fricke TR, Wilson DA, et al. Global Prevalence of Myopia and High Myopia and Temporal Trends from 2000 through 2050. Ophthalmology 2009;2016(123):1036-42. doi:10.1016/j.ophtha.2016.01.006.
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Tideman JWL, Snabel MCC, Tedja MS, et al. Association of axial length with risk of uncorrectable visual impairment for europeans with myopia. JAMA Ophthalmology 2016;134:1355–63. doi:10.1001/jamaophthalmol.2016.4009
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Predicting Costs and Disability from the Myopia Epidemic – A Worldwide Economic and Social Model.|IOVS|ARVOJournals.https://iovs.arvojournals.org/article.aspx?articleid= 2744765 (accessed 28 Nov 2020).
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Sheppard AL, Wolffsohn JS. Digital eye strain: Prevalence, measurement and amelioration. BMJ Open Ophthalmology. 2018;3. doi:10.1136/bmjophth-2018-000146
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Anshel JR. Visual ergonomics in the workplace. AAOHN journal: official journal of the American Association of Occupational Health Nurses. 2007;55:414–20.doi:10.1177/ 216507990705501004
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Wu PC, Chen CT, Lin KK, et al. Myopia Prevention and Outdoor Light Intensity in a School-Based Cluster Randomized Trial. Ophthalmology 2009;2018(125):1239-50. doi:10.1016/j.ophtha.2017.12.011.