Si usted se está planteando comprar unas gafas graduadas, lo primero que debe preguntarse es para qué las va a usar. Una persona que trabaje en una oficina con luz artificial necesitará unas gafas diferentes a las de alguien que pase la mayor parte del tiempo al aire libre. A la hora de elegir unas gafas de ver hay una serie de factores que debe tener en cuenta. Los cristales deben ser ligeros, para que las gafas no pesen mucho, y deben estar tratados para evitar que reflejen la luz o le puedan deslumbrar. La montura también debe ser liviana, debe adaptarse a sus rasgos y estar bien regulada para que no le produzca las llamadas marcas de presión en la nariz o detrás de las orejas. En cuanto a la estética, déjese aconsejar por su óptico de confianza: él le indicará qué modelo, forma y color combina mejor con sus rasgos.
Para las personas que no están acostumbradas a llevar gafas de ver, el proceso puede suponer alguna ligera dificultad al principio. Tendrá que acostumbrarse a llevar un elemento extraño en la cara y a tener un campo de visión limitado por el marco de las propias gafas. Por otro lado, deberá habituarse a su nueva imagen, ya que no deja de ser un cambio estético significativo.
Si usted es una de esas personas a las que las gafas le resultan incómodas, ya sea porque nunca las había necesitado o porque no le gusta usarlas, la opción perfecta es el uso de lentes de contacto. Lo ideal es combinar gafas y lentillas en función de la actividad que se vaya a realizar. Las lentillas solucionan los problemas de visión exactamente igual que las gafas o, a veces, incluso mejor: las lentes de contacto están especialmente indicadas para las personas que tienen una graduación muy diferente de un ojo a otro, sobre todo si la diferencia es de más de tres dioptrías. Esto es así porque con las gafas graduadas cada ojo transmite al cerebro una imagen de un tamaño tan diferente que el cerebro no es capaz de unirlas en una sola.
Además, las lentes de contacto ofrecen ciertas ventajas añadidas. Para empezar, las lentillas son más cómodas: no pesan, no se empañan y no se mojan con la lluvia. Las lentes de contacto se mueven con su ojo, por lo que proporcionan un campo visual total. Además, se pueden combinar con las gafas de sol que más le gusten, sin necesidad de tener que graduarlas. Con las lentillas usted puede hacer deporte, incluso de alta intensidad, sin miedo a que las gafas salgan disparadas y se rompan. También hay que tener en cuenta, por supuesto, la consideración estética. Nadie notará que usted lleva puestas las lentillas y, si le gusta maquillarse, no tendrá que cambiar en nada su rutina de belleza.
Existen muchos tipos de lentes de contacto, diseñadas para adecuarse al uso que usted les quiera dar. Consulte a su óptico de confianza para que le asesore sobre la opción que más se adapte a su estilo de vida.
Nada de lo publicado en este blog constituye un consejo médico ni pretende sustituir las recomendaciones de un profesional de la visión. Para cuestiones específicas, consulta a tu profesional de la visión.